Crónica de una muerte anunciada: el tradicional granero de Chile, con la complicidad de sus autoridades políticas, se queda sin agua. Es verdad, los valles de Cachapoal y Colchagua, que hoy constituyen la Región del Libertador Bernardo O’Higgins y que junto a los de Aconcagua y Maipo permitieron sustentar al país durante la Colonia, resultaron vitales para alimentar a la población durante su historia republicana, junto con posibilitar la exportación agrícola del siglo XIX. Es muy probable que pronto se quedé sin agricultura, debido a la sequía, pero ante todo por las mafias que se han ido apropiando del agua, a través de una legislación del laissez faire.
Este jueves 23 y viernes 24 de enero en Rancagua realizaremos, en el Museo Regional –con la Agrupación Bosques para Cachapoal y el apoyo de las Fundaciones Presente y Heinrich Böll– la cuarta Escuela Verde de Verano, que esta vez se focalizará en la evidente escasez de agua en la región que nos tiene al borde del colapso hídrico, mientras las autoridades locales –de un Gobierno que tiene el 6% de apoyo– siguen viabilizando proyectos de monocultivos que exponencialmente aumentan la posibilidad de que, ya pronto, nos quedemos sin agua ni para el consumo humano. Un presente dramático.
Hay ya siete comunas del secano costero sin agua en la Región de O’Higgins. Ya se secó la Laguna de Aculeo, donde veraneábamos cuando niños. En varios comités de Agua Potable Rural (APR) se han impartido recomendaciones para que los vecinos no llenen sus piscinas, pues acortarían las reservas de agua del subsuelo de cinco a dos años. En la Isla del Guindo, en la zona rural de la comuna de Santa Cruz, mi cuñado y todos los pequeños agricultores de la zona, ya no pudieron plantar maíz, sandías ni porotos, porque el canal local está seco.
Lo mismo ha ocurrido en varias comunas más, donde el acaparamiento ilegal del agua por mafias empresariales, por una parte, y la sequía, por otra, tienen a comunidades enteras al borde de la sequía definitiva o dependiendo de los camiones aljibes para el consumo humano.
En Los Lirios, los vecinos ya ni siquiera pueden regar sus árboles y, como ya ha sucedido en otras regiones, la gente empieza a regalar sus animales a cambió de que les den de beber. El precioso humedal que estaba en el puente por donde, tradicionalmente, accedíamos a la comuna de Coinco, se secó y la rica fauna que allí habitaba migró o murió.
El Cachapoal –ese río loco por su torrente que está muy bien graficado en un cuadro que está en el Museo de Bellas Artes, pintado allá por 1870 por Antonio Smith– hoy está casi totalmente seco.
Por si fuera poco, el viernes 17 el otro gran contaminador de la región, Codelco, volvió a desbordar su canal de relave en la ruta H-30, sector California, en la comuna de Doñihue. La Onemi regional luego reportó dos nuevos puntos de derrame en el sector sur La Virgen y en el túnel La Puntilla.
Como todos saben, el término “derrame de un relave” es una manera eufemística de esconder el horror del incidente que vierte sobre aguas y tierras todos los desechos tóxicos, que contienen arsénico, plomo, mercurio, sales de cianuro y químicos propios del procesamiento minero que se acumulan en millones de toneladas. Las consecuencias sobre la vida humana y el medioambiente que estos confinamientos de material contaminante producen son incalculables. A esto se suma que en nuestro país no existe una regulación estricta en relación con el acopio de desechos de la industria extractiva.
Como ocurre a menudo, Codelco Chile, división El Teniente, se encargará de que los medios locales, siempre escasos de recursos, no publiquen la noticia o que aminoren su impacto letal.
El seremi de Agricultura de la región, Joaquín Arriagada, ha señalado que la situación es catastrófica y que, de los veinticinco APR que funcionan en la región, seis ya están en estado crítico. No hace mucho, indicó que “evidentemente el agua no es algo que esté asegurado eternamente (…). Si no llueve en los próximos meses, eventualmente puede haber situaciones más complejas desde el punto de vista tanto de la disponibilidad de agua para el consumo humano, así como también para el riego”.
“En este momento la tenemos asegurada (el agua), para el consumo humano no va a haber problemas en este verano, digámoslo de esta manera, para las zonas urbanas y en las zonas rurales. Donde pudiera haber algún tipo de problema, contamos con todos los recursos disponibles para tener camiones aljibe. Evidentemente no es algo que tenemos asegurado para siempre, necesitamos que llueva, que caiga agua, porque la situación puede cambiar y no sabemos cuán profunda puede ser”, precisó. La autoridad también reiteró que la “la falta de agua va a tener perjuicios sobre la producción” y que se hace urgente presentar un plan de riego para el manejo de los recursos hídricos para los próximos diez años.
Sin embargo, la autoridad sigue entregando permisos para monocultivos, en especial de paltas, como acaba de suceder en Lolol.
La Agrupación Bosques para Cachapoal, a la que pertenezco, ha dado batallas emblemáticas contra la poda ilegal de árboles tanto de la CGE, con la complicidad del municipio y alcalde de Rancagua, así como por la defensa del acceso al agua de las mafias regionales que se han ido apoderando del vital elemento. Esteban Valenzuela hace poco nos recordó sobre el tema en una columna que publicó El Mostrador. La Agrupación jugó un rol protagónico en detener la tala de árboles nativos por parte de Nicolás del Río hace un par de años. Junto a la diputada Alejandra Sepúlveda, se logró retirar el plan de manejo que había sido aprobado con la complicidad de la Conaf, pero se han seguido talando bosques para plantar paltos a vista y paciencia de la autoridad política regional.
Es más, el dramático diagnóstico que hacía el Seremi de Agricultura local no se corresponde con las decisiones que se siguen tomando, como haber aprobado recientemente el proyecto de Agrosuper –a través de su filial La Ramirana– en la comuna de Lolol (secano costero), que habilita a la empresa respectiva para talar cerros e instalar plantaciones de paltos, secando las napas subterráneas.
Para un Gobierno sin apoyo ni autoridad, le es más fácil otorgar permisos a grandes empresarios y repartir agua en camiones aljibes, antes que detener la avaricia sin límites de grupos empresariales inescrupulosos. Agrosuper en la región, a través de la UDI, ha contado con consejeros regionales y diputados propios, como fue el caso de Eugenio Bauer y no hay candidato al Parlamento que no pase por sus oficinas pidiendo “raspar la olla”.
Lo mismo ha ocurrido en La Estrella, otra de las comunas donde ya no queda agua, donde las agrupaciones medioambientales han continuado dando la lucha contra la tala ilegal en Las Chacras y San Rafael, denunciando una y otra vez ante Conaf que actúa siempre tarde, mal y sin personal suficiente para supervisar. En el caso en cuestión, pese a haberse corroborado que lo que se estaba talando, efectivamente, tenía la calidad de bosque (espino) que no estaba autorizado, y de haberse emitido un informe que se remitirá al Juzgado de Policía Local de La Estrella, la empresa –Agrícola Rapel– sigue realizando trabajos en el fundo denunciado. Dicha empresa, de propiedad de Claudio Zamorano Palma y Felipe de la Carrera del Río, con dirección comercial en Isidora Goyenechea, Las Condes.
La empresa Agrosuper, se instalaría como planta de alimentos balanceados y consumiría una cantidad de agua –a razón de 9 mil metros cúbicos mensuales– similar a la de todo el radio urbano de la comuna en cuestión, según su propia declaración de impacto ambiental.
La evidencia es horrorosa, pero pese al discurso sobre la escasez de agua, todos los gobiernos regionales –con escasas excepciones– han continuado aprobando proyectos, en especial de monocultivos como la palta, que benefician a grandes empresas en desmedro de pequeños agricultores y del consumo humano.
Crónica de una muerte anunciada: el tradicional granero de Chile, con la complicidad de sus autoridades políticas, se queda sin agua. Es verdad, los valles de Cachapoal y Colchagua, que hoy constituyen la Región del Libertador Bernardo O’Higgins y que junto a los de Aconcagua y Maipo permitieron sustentar al país durante la Colonia, resultaron vitales para alimentar a la población durante su historia republicana, junto con posibilitar la exportación agrícola del siglo XIX. Es muy probable que pronto se quedé sin agricultura debido a la sequía, pero ante todo por las mafias que se han ido apropiando del agua, a través de una legislación del laissez faire.
De seguir con la ley de la selva en el manejo del agua, en cinco años ya no habrá dicho recurso ni para el consumo y es muy probable que la gente, como lo anticipó un prestigioso abogado local, empiece a asaltar las propiedades de quienes la monopolizan para poder obtenerla.
Tal vez tendremos que llegar a eso, para que se empiecen a tomar medidas concretas y de fondo. El Chile que también tiene que cambiar es el del cero compromiso con el cuidado y preservación de nuestros recursos naturales.
Por ahora, el ser humano busca vida y agua en Marte, pero despilfarra la que tiene en su casa. Curiosa especie esta, que se tiene bien merecida su extinción. Nosotros, por ahora, insistiremos en hacer conciencia sobre esta crisis que ya llegó para quedarse y cuyas consecuencias, por supuesto, serán nuestros hijos y nietos quienes las pagarán.
Fuente: elmostrador.cl