Columna de Opinión de:
Luz Mireya Nieto. – Huertera Agroecológica de la Comuna de Fresia. Militante FREVS.
Matías Doggenweiler.-Presidente Red Productores Orgánicos de Los Lagos. Militante FREVS.
Guillermo Álvarez. – Presidente Regional FREVS Los Lagos.
Cristian Villarroel. – Director Fundación Pensamiento Verde.Militante FREVS.
Héctor Vergara. – Contador. Presidente Regional FREVS Valparaíso.
Malfredo Mamani M. Profesor y Concejal de Calama. Presidente Regional FREVS Antofagasta.
¡Celebrar la regeneración de la vida, la conexión con lo natural y nuestras raíces! es el llamado que hacemos este año. Nosotros lo conmemoraremos mediante la realización de talleres, charlas y participando de las expresiones socioculturales y ancestrales en torno a esta fecha.
El año nuevo solar comienza en el hemisferio sur alrededor del 21 de junio, es el día en que el Sol, después de haberse alejado, comienza a volver a este lado de la Tierra. Se conmemora tradicionalmente entre el 21 y el 24 de junio, cuando las noches comienzan a ser más cortas y los días más largos. De acá en adelante, las noches se van reduciendo -no siempre es perceptibles y muy evidente-, es un periodo dónde comúnmente llueve considerablemente en la zona centro sur del país. Lo que aleja la fecha del ideario social, más común para cualquier actividad de celebración o fiesta, propias de la primavera o el verano, donde “el tiempo es mejor”.
Sin embargo y como fruto de la colonización, actualmente celebramos en el hemisferio sur el año nuevo del hemisferio norte, en diciembre. En esta fecha vemos cosas muy risibles, como árboles adornados con nieve artificial o viejos de pascua abrigados, con botas, en momentos que se presentan las más altas temperaturas del año. Igualmente, la motivación central está centrada en el consumismo propio de las festividades de fin de año y un desenfreno pocas veces reflexivo ni mucho menos vinculado a los ciclos naturales de la tierra.
El cambio de ciclo natural, es un fenómeno que los pueblos originarios a lo largo de toda su historia, han comprendido de manera esencial, otorgándoles un valor socio-cultural preeminente. Así los Mapuches lo denominan Wetripantü; los Aymaras, Machaq Mara; los Quechuas, Inti Raymi, en Rapa-Nui, Aringa Ora o Koro. Conocedores de que, a partir de esta fecha, existe una mayor presencia solar, que comienza a retornar hacia este hemisferio del planeta Tierra, se inician los preparativos para lo que más adelanteserán las abundantes cosechas, es así que también los árboles y flores están pronto a despuntar, así como los animales a cambiar su pelaje.
De este modo, las naciones originarias nos invitan a recobrar el sentido común, celebrando el año nuevo en junio, costumbre y tradición que bajo un manto de ocultismo, desinformación y siguiendo modelos foráneos, es vista por muchos como una excentricidad. En circunstancias que los excéntricos, por llamarlos de alguna manera, son quienes celebran un año nuevo ajeno, sin espíritu, ni arraigo que lo sostenga o justifique.
El celebrar el Año Nuevo del Sur es una alternativa para ligarnos a lo natural, a la tierra y nuestras raíces. Tiene un profundo sentido social, cultural y político: para los ecologistas al igual que para las naciones originarias se ha ido trasformando en una reivindicación política fundamental. Ello, porque nos permite religarnos con los ciclos de la Tierra en esta parte del mundo, es el momento preciso para invitar a nuestros compatriotas a reconocernos como hermanos e integrantes de la gran cadena de la vida que se ordena en torno a los ciclos naturales. De igual modo, nos resitúa con la responsabilidad de mejorar nuestra relación con la naturaleza. Al ser los humanos la especie con mayor capacidad destructiva y que mayor daño causa al planeta, religarnos con los ciclos de la Tierra nos orienta también a renacer y repensarnos culturalmente, para la restauración del daño causado.
Celebrar el tiempo de tus raíces
Un año nuevo es la oportunidad para celebrar el renacer a un nuevo tiempo en lo personal y lo colectivo, un tiempo de purificación, evaluación y cambio, en la búsqueda de ser mejores habitantes de la Tierra y mejores vecinos de todos los demás seres.
Este año 2023, el año nuevo encuentra a nuestro país y a gran parte de América del sur, transitando momento de crisis, pos pandemia y guerras en otras latitudes, pero que, como todas las crisis, debe ser también un tiempo para la esperanza. Una democracia real y una mayor equidad comienzan a ser demanda que parece no estar dispuesta a esperar más, y en cuyas transformaciones, los ecologistas estamos llamados a ser actores fundamentales en cada una de nuestras regiones y países del sur.
Dentro de los muchos cambios que se perciben necesarios para fortalecer a los países de América del sur, más allá de los avances existentes, está la necesidad de avanzar hacia la plurinacionalidad, que permitiría restituir plenamente la dignidad de las naciones originarias, viabilizando la reintegración en lo social, cultural y educacional, así como en materias más específicas, en soberanía alimentaria, la salud pública y los derechos humanos. Ello no sería solo un acto de justicia y restitución, sino también una oportunidad para aprender de esas culturas, tan largamente reprimidas, toda su riqueza, y especialmente su ligazón con la Tierra. Esto hoy es una necesidad para una mejor convivencia nacional y latinoamericana y para la propia sobrevivencia de la humanidad.