
En el marco del impulso internacional del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, el candidato presidencial Jaime Mulet sostuvo una reunión con Andrés Gómez, coordinador de la iniciativa del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles en Chile, y Laura Muñoz, ambos ciudadanos colombianos representantes de esta iniciativa, reafirmando su compromiso con una transición energética justa, limpia y desde el multilateralismo.
“Esta es una de nuestras causas fundamentales como Regionalistas Verdes. Debemos reemplazar progresivamente los combustibles fósiles, que están provocando un grave daño al planeta, y avanzar hacia energías limpias”, señaló Mulet. Afirmó además que no basta con dejar de quemarlos: “Hay que detener su producción, que sigue creciendo y afectando nuestros océanos a través del uso de plásticos derivados. Queremos un Chile y un planeta más limpio y seguro, y trabajaremos con firmeza en esa dirección”.
Durante el encuentro, se abordaron las oportunidades que representa para Chile adherir a esta iniciativa global, que busca detener nuevos proyectos fósiles, reducir la producción existente de forma equitativa y asegurar una transición justa para trabajadores y comunidades.
Andrés Gómez, coordinador de la Iniciativa del Tratado, valoró el encuentro y destacó el interés del candidato. “Fue una conversación muy constructiva. Discutimos cómo avanzar en la salida de los combustibles fósiles y los beneficios que podría tener para Chile sumarse al Tratado. Es una oportunidad real para acelerar una transición justa, con apoyo internacional, y reforzar el liderazgo climático del país”.
El Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles propone un marco legal internacional para frenar la expansión de carbón, petróleo y gas, y orientar recursos hacia energías renovables, desarrollo económico sostenible y justicia climática.
Asimismo, representa una oportunidad para avanzar en la transición energética de Chile, ya que no solo responde al imperativo de enfrentar la crisis climática, si no que representa una oportunidad estratégica para acelerar la transición energética de Chile, reducir vulnerabilidades estructurales y fortalecer el desarrollo económico sostenible del país.
Chile importa cerca del 98% de los combustibles fósiles que consume, lo que lo hace vulnerable a crisis geopolíticas, variaciones de precios y tensiones en el suministro. En 2022, el país destinó más de USD 2.800 millones en subsidios y más de USD 2.700 millones en importaciones de gas y otros hidrocarburos. Reducir esta dependencia a través de una salida planificada de los fósiles, como lo propone el Tratado, permitiría redirigir inversiones públicas hacia el fortalecimiento de las energías renovables, generar nuevos empleos de calidad, aumentar la seguridad energética y liberar recursos fiscales para financiar una transición justa.
Con miras a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – COP30, a desarrollarse en Brasil en noviembre de este año, la adhesión de Chile al Tratado lo posicionaría como un actor clave en la lucha global por el fin de la era fósil.