• 16 de abril de 2025
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Columna de Opinión de Diego Neira, Profesor y Licenciado en Historia y Ciencias Sociales.

Chile, mantiene una deuda histórica a nivel educativo. Su origen, podríamos separarlo en dos dimensiones: A) de tipo histórico y estructural y B) situaciones propias del proceso pedagógico. Como es de esperarse, estas problemáticas no han hecho más que acentuarse a lo largo del tiempo, dando origen a una crisis del modelo educativo, evidenciada en el estancamiento de resultados obtenidos en la prueba PISA y otras evaluaciones estandarizadas, como la PAES y el SIMCE[1]. A esto, debemos sumar la percepción de la ciudadanía, la que no ve con buenos ojos el presente y futuro de la educación chilena. Según una encuesta realizada por IPSOS a finales del año 2024, el 58% de los entrevistados describen un empeoramiento del sistema educativo, tomando en consideración su pasado como estudiante[2], situación especialmente agresiva en espacios más precarizados económica y socialmente, lugares donde son miles los niños, que día a día se acercan a establecimientos de recursos limitados, ubicados en lugares periféricos, de difícil acceso o alejados de la capital. Son sitios donde se vive una de las facetas más violentas del sistema neoliberal, privando a niños y jóvenes de una educación de calidad, en contextos complejos, donde las estrategias pedagógicas no tendrán los resultados esperados, repercutiendo en fenómenos variados, como la violencia y la deserción escolar.

Entre los años 2023 y 2024, fueron aproximadamente 47.500 estudiantes los que abandonaron sus estudios, lo que influyó incluso en cierre de establecimientos educacionales, debido a una baja significativa en sus matrículas[3]. Debemos tomar en consideración, que un porcentaje alto de estas personas no se reinserta en el sistema educativo. Según indica del MINEDUC, uno de cada tres desertores de nuestras escuelas vuelve a cursar sus estudios[4], situación que los obliga a incorporarse a un sistema laboral, que los condena a condiciones de trabajo miserables. Esta tendencia, toma fuerza en lugares con menores ingresos socioeconómicos y alejados de los centros urbanos.

La crisis del modelo educativo, la describiremos  como orgánica, enraizada en el propio sistema educacional desde sus orígenes, por lo que si bien, pueden existir propuestas de mejora, estas no tendrán los resultados esperados, debido a que el problema de fondo no es atacado del todo. Situaciones con estas características estallan, pudiendo provocar severas consecuencias. En esta crisis orgánica, debemos sumar otros síntomas, como la segregación escolar,  agudizada por la educación de mercado y el poco interés de nuestros estudiantes frente a su desarrollo profesional. Estos puntos no han sido analizados con la profundidad que requiere, considerando los efectos sociales, culturales e inclusive económicos que puede alcanzar,especialmente en regiones, donde los recursos son excesivamente limitados.

El aula de clases, no es precisamente el lugar donde se origina la crisis actual del modelo educativo. Esta es foránea, siendo la escuela el lugar donde se reproduce y expande. Probablemente, deberemos modificar las viejas estructuras del sistema educacional, respondiendo a las necesidades y dinamismos de la población, cambiante por naturaleza, bastante distintas a las vistas en tiempos pasados. Se deben aunar criterios, con el fin de que en cada aula de clases se enseñe en base a la equidad, justicia y calidad, promoviendo el desarrollo de las comunidades locales, respetando sus intereses y características, lo que es bastante poco probable en el Chile actual, donde debido a su centralización se hace evidente  desigualdad educativa en regiones.

La educación en Chile debe dar un giro, mediante una transformación que permita responder a las problemáticas históricas y actuales presentes en su estructura. Esto debería ser materia de discusión para cualquier persona que busque ostentar un cargo político. No deja de llamar la atención, que de todas las figuras que buscan llegar a La Moneda en las próximas elecciones presidenciales, la única persona que ha hecho alusión a esto sea el diputado Jaime Mulet, quien desde un principio ha mostrado interés en las problemáticas educacionales no sòlo en la región que representa, sino que además a nivel país, señalando la necesidad de educar en base a conceptos como la equidad y calidad, donde los docentes deben jugar un papel relevante.

En la actualidad, existen varios temas que causan preocupación en materia educativa. A los problemas históricos ya mencionados en esta columna, se deben sumar problemáticas coyunturales, como el carácter punitivo que ha adquirido el sistema de evaluación docente, la escasez de profesores (faltarán alrededor de 33.000 docentes el año 2030, segùn cifras expuestas por Elige Educar)[5], y por ùltimo, el traspaso de la educación pública  a SLEP (Servicio Local de Educación Pública), lo que ha sembrado múltiples dudas, debido a que su estructura y formas de administración no ponen fin a la educación de mercado[6].

En el futuro inmediato, debemos encontrar soluciones en el ámbito educacional, creando estrategias que favorezcan el desarrollo del país, respondiendo a los problemas actuales e históricos, trabajo dìficil considerando que la educación en Chile es vista como un “bien de consumo”, donde se le quita la calidez innata que posee la pedagogía, perjudicando a todos los miembros de nuestras comunidades educativas.

Se debe trabajar, con el fin de mejorar las condiciones en las que se imparte la educación en Chile, revisando los intereses de cada uno de los componentes de nuestras comunidades educativas, especialmente de aquellas que se encuentran en regiones. La escuela, es el lugar donde ocurre la transformación de nuestra sociedad, por lo que debe existir una mayor inyección de recursos, en concordancia con el trabajo que se realiza en nuestras aulas de clases, a lo largo y ancho del país, tomando en consideración sus características y necesidades locales, dando un paso gigante hacia la descentralización de la educación chilena. Quizás, estamos observando el  momento preciso, el instante donde se necesita hablar nuevamente de una reforma educacional, donde se trabajen las problemáticas vigentes en la actualidad y no se repitan los errores del pasado. Nuestras escuelas necesitan una nueva oportunidad, una nueva política pública, crítica, en base a la justicia social y funcionalista, donde se analicen los reales costos y beneficios que se obtienen a la hora de reformar nuestro sistema educativo, enfermo desde su origen…

Autor: Arturo I. Castro Martínez

Profesor y Licenciado en Historia y Ciencias Sociales

Máster en Historia Contemporánea y Mundo Actual

Mg. En Dirección y Liderazgo para la Gestión Educacional.

[1] Extraído desde: https://www.ciperchile.cl/2025/01/08/paes-una-radiografia-de-la-educacion-y-el-pais/

[2] Extraído desde: https://www.ipsos.com/es-cl/uno-de-cada-10-chilenos-evalua-como-buena-la-calidad-del-sistema-educativo

[3] Extraído desde: https://www.ciperchile.cl/2025/01/10/inasistencia-escolar-critica-en-2024/

[4] Extraído desde: https://www.mineduc.cl/revinculacion-escolar-17-mil-estudiantes-volvieron-a-las-aulas-este-ano/#:~:text=Por%20otra%20parte%2C%20hay%2017.110,tres%20desvinculados%20retorn%C3%B3%20al%20sistema.

[5]https://www.latercera.com/lt-board/noticia/escasez-de-profesores-el-fenomeno-global-que-tambien-afecta-a-chile/COFZQEDMNRFU5MDCIKFLKURQ6Y/

[6]https://www.ciperchile.cl/2025/01/08/los-slep-y-el-nuevo-sistema-de-educacion-publica-en-la-cornisa/