
Columna de Opinión de Patricio Neira, Abogado.
Uno de los fenómenos más preocupantes y peligrosos para la democracia, es el auge de la ultraderecha, que ha encontrado en las Fake News o noticias falsas, una herramienta perfecta para manipular la opinión de quienes no verifican fuentes y también como medio para desacreditar a sus oponentes políticos, todo bajo un manto de descarada impunidad, utilizando verdaderos ejércitos de Bots o simplemente, realizando declaraciones públicas en todos los medios con total descaro y demostrando con ello, que se ha subestimado la inteligencia de la ciudadanía.
Esta estrategia de desinformación no solo afecta el clima político, sino que también mina la confianza en nuestras instituciones democráticas y en el mismo proceso electoral buscando llevar al poder a personas mitómanas, narcisistas, sin preparación y sin criterio. “Cuando un payaso se muda a un palacio, no se convierte en rey. El palacio se convierte en un circo” proverbio turco.
Así, la ultraderecha ha desarrollado una habilidad especial para presentar relatos falsos y distorsionados como si fueran verdades absolutas. A través de noticias falsas, logran encender los miedos y prejuicios en la gente, creando narrativas que distorsionan la realidad. Mediante esta estrategia, apelan a las emociones más básicas de las personas buscando provocar divisiones y conflictos sociales profundos.
La Derecha y la Ultraderecha han hecho del engaño una estrategia central en su discurso, creando información falsa para retratar a sus adversarios como amenazas a nuestra seguridad, cultura y valores. Esto puede resultar muy atractivo para quienes buscan respuestas rápidas a problemas complejos, pero en realidad busca desviar nuestra atención de temas cruciales.
A medida que difunden información falsa, muchas personas comienzan a desconfiar de los medios de comunicación tradicionales, que pasan a ser poco confiables, manipulados y serviles, en fin, son vistos como “el enemigo”. Este tipo de narrativa refuerza sus afirmaciones infundadas y socava cualquier intento de contrarrestar sus mentiras.
Lo más alarmante de esto es que, normalizar el uso de Fake News o noticias falsas con fines políticos permite que la ultraderecha socave los pilares de nuestra democracia. La verdad y la transparencia se vuelven conceptos progresivamente flexibles, que pueden ser manipulados para justificar ataques a la prensa libre y debilitar las instituciones que deberían garantizar un debate político honesto y respetuoso.
En los últimos años, la prensa ha enfrentado un creciente escrutinio en relación a su rol en la difusión de fake news dado los preocupantes vínculos entre los dueños de los medios de comunicación más grandes de Chile y ciertos intereses políticos y económicos. Esta relación genera conflictos de interés que pueden sesgar la cobertura informativa silenciando voces y opiniones de actores diversos, manipulando peligrosamente a la población.
La falta de rigurosidad en la investigación y la búsqueda de clics rápidos han llevado a la propagación de información errónea que, en casos extremos, puede incitar a la violencia, desinformar al público o influir en procesos electorales.
Es fundamental que la prensa chilena y los profesionales de las comunicaciones, reconozcan su responsabilidad social y se comprometan a adoptar prácticas transparentes y éticas.
Ad portas de una primaria presidencial del oficialismo, hemos podido evidenciar como algunos medios de prensa publican información errónea o claramente falsa de los candidatos, mientras los medios de comunicación televisiva, incluido el canal de todos los chilenos, han cerrado espacios a algunas candidaturas, como le ha ocurrido al Diputado de la Republica Jaime Mulet Martínez quien, a pesar de cumplir con los requisitos legales para llegar a la papeleta -incluso sin pasar por una primaria- y haber sido públicamente proclamado en enero pasado por la Federación Regionalista Verde Social no es considerado en espacios masivos nacionales quienes, inclusive, no reconocen la legalidad de su candidatura, hechos que claramente buscan invisibilizar la única candidatura con base territorial regionalista y verde, privilegiando la exposición mediática de candidatos y candidatas de Santiago.
Así las cosas, vivimos en una democracia frágil, un sistema que se alimenta de la calidad del debate y de la información que consumimos. Por ello, enfrentar la demagogia y las noticias falsas no es solo una tarea de los políticos, sino también de la ética comunicacional y de todos nosotros.
Debemos comprometernos a participar activamente en el proceso político, exigiendo transparencia y honestidad, y asegurándonos de que nuestras elecciones se basen en hechos y no en mentiras.