• 20 de noviembre de 2024
  • admin
  • 0

Columna de Opinión de Camila Palma Millán, Activista por los Derechos de la Naturaleza.

Grandes desastres naturales han dejado huella en la región. Terremotos, lluvias acompañadas de inundaciones y trombas han evidenciado la vulnerabilidad del Biobío y la urgencia de un liderazgo que instaure la resiliencia en el centro de sus políticas. A días de las elecciones para gobernador, es necesario cuestionarnos si los contrincantes están realmente comprometidos para enfrentar los desafíos que trae el cambio climático y sus consecuencias, o bien, se estarían limitando a la exclusiva aplicación de la ley.

Promesas de campaña sobran, pero, ¿son viables o efectivas? Como electores -por decimotercera vez en 4 años- tenemos la tarea de exigir propuestas concretas y detalladas, no solo discursos y buenas intenciones. La inversión en preparación y mitigación no solo salva vidas, sino que es más eficiente que enfrentar los costos económicos y humanos de la recuperación post desastre. Un liderazgo fuerte debe saber anticiparse, integrando la ciencia, el conocimiento local y la participación ciudadana en las soluciones.

En esta oportunidad, tenemos la libertad de elegir a un gobernador que comprenda la resiliencia más allá de un tema meramente ambiental, sino socioeconómico. Un “líder” efectivo debe comprometerse con un desarrollo “sostenible” que proteja a las comunidades más vulnerables y asegure un futuro seguro para las generaciones venideras, y ese candidato hoy es Alejandro Navarro.

No basta con reaccionar cuando la tragedia azota; es momento de prever, con políticas y acciones concretas que protejan la tierra y nuestra gente. Hoy, más que antes, la única región de Chile expuesta a todos los riesgos naturales, debe decidir qué tipo de liderazgo merece y necesita.

¿Estamos listos para exigirlo?