• 20 de diciembre de 2023
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Columna de Opinión de Viviana Díaz, concejala de Temuco, presidenta Fundación Karün

En medio de la vorágine de la Cumbre Climática que culminó hace una semana, donde representantes de 196 países se reunieron para discutir el futuro del planeta, surge una cruda y dura verdad: la naturaleza no espera a que los humanos lleguen a acuerdos. La crisis climática avanza sin tregua y dolorosamente, dejando en evidencia la enorme brecha entre los acuerdos pronunciados en estas conferencias y la realidad implacable que enfrentamos cada día.

Hemos transitado 28 COPs, sin embargo, los avances son tan lentos como las promesas que al ser voluntarias no se cumplen y son olvidadas. El Acuerdo de París, adoptado en la COP 21 del año 2015, fue alguna vez considerado un faro de esperanza para todos, pero se desvanece ante nuestros ojos mientras la temperatura global supera peligrosamente los límites preindustriales. En Chile, las emisiones de CO2 han aumentado y a nadie parece importarle, principalmente impulsadas por la quema de combustibles fósiles, cuestionando nuestro compromiso real con la reducción de emisiones y poniendo en riesgo la salud de las personas y un futuro incierto para las nuevas generaciones.

Este texto, producto de la COP28, dejó al descubierto la falta de ambición y urgencia necesarias para abordar la crisis climática. La eliminación progresiva de los combustibles fósiles es primordial, una medida crucial, pero apenas fue mencionada y fue reemplazada por un vago llamado a una «transición» lejos del carbón, petróleo y gas, ¿Cómo podemos esperar un cambio significativo cuando la cumbre se celebró en un petroestado y fue presidida por alguien vinculado estrechamente a la industria petrolera?… No podemos permitir que los lobistas de la industria de combustibles fósiles influyan en nuestras decisiones y dicten el rumbo de nuestro planeta.

La realidad es que la urgencia no puede ser satisfecha con acuerdos tímidos y compromisos superficiales. Se requieren medidas audaces y la eliminación progresiva de los combustibles fósiles debe ser el pilar de nuestro compromiso colectivo.

La filosofía de la naturaleza nos insta a reconocer nuestra conexión intrínseca con el entorno y nos recuerda que la naturaleza no tolera dilaciones. La comunidad científica, la ONU y diversas agencias internacionales llevan tiempo advirtiéndonos sobre los devastadores impactos de la crisis climática.

Necesitamos actuar ¡ya! con decisión en esta década para frenar sus causas y mitigar sus daños antes que sea demasiado tarde para la humanidad.

Estamos inmersos en una crisis climática sin precedentes, y es el momento de dejar atrás las palabras vacías y abrazar acciones concretas. Los cambios no serán globalizados sino más bien en pequeñas comunidades que tomarán acciones de adaptación y mitigación. Somos parte integral de este delicado equilibrio y solo restaurando esa conexión intrínseca podremos esperar un futuro sostenible. La naturaleza merece de parte nuestra nuestro mejor esfuerzo.