Columna de Opinión de Rodrigo Cerda, ingeniero ambiental, Vicepresidente Nacional Federación Regionalista Verde Social y miembro de la Comisión de Crisis Climática y Transición Ecológica Justa (CCTEJ)
En un mundo donde el cambio climático se manifiesta con efectos devastadores, las recientes declaraciones del presidente de la Cumbre del Clima, celebrada en Dubái, resultan no solo desconcertantes, sino peligrosamente retrógradas. El liderazgo de la COP28 recae en Al Jaber, simultáneamente director de la petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos, quien niega vehementemente la necesidad de reducir el consumo de energías fósiles, contradiciendo el consenso científico global.
Esta postura choca frontalmente con los datos y con los esfuerzos globales para limitar el calentamiento global. Al afirmar que no existen «evidencias científicas» para reducir el uso de combustibles fósiles, el líder emiratí ignora abiertamente décadas de investigación y los acuerdos establecidos en cumbres anteriores. Es desconcertante ver cómo el presidente de una cumbre tan crucial para el futuro de nuestro planeta puede sostener una perspectiva tan alejada de la realidad científica y de la urgencia climática.
Las palabras de Al Jaber no solo socavan la legitimidad de la COP28, sino que también ponen en riesgo los avances logrados en acuerdos previos. El papel de la cumbre es facilitar soluciones basadas en la ciencia para combatir el cambio climático, no retroceder en el progreso ya logrado. La influencia de los intereses petroleros en la cumbre es una clara señal de conflicto de intereses, cuestionando la integridad y objetividad de las decisiones tomadas.
La crisis climática que enfrenta la humanidad es un llamado urgente a repensar y transformar nuestro actual modelo de desarrollo. Tradicionalmente, este modelo ha considerado a la naturaleza como un mero recurso al servicio de una promesa de crecimiento infinito, ignorando su fragilidad y los límites de los ecosistemas. En el marco de las preocupantes declaraciones del presidente de la COP28, Al Jaber, y su negación a la necesidad de reducir el consumo de energías fósiles, es crucial que Chile asuma un papel activo en promover un cambio de paradigma hacia una sociedad más ecológica y justa.
Como nación comprometida con la protección ambiental, Chile debe condenar estas declaraciones y reafirmar su compromiso con la lucha contra el cambio climático. Es fundamental que nuestro país continúe liderando esfuerzos para reducir y reemplazar combustibles fósiles, fomentar la transición hacia energías renovables y promover la educación ambiental en todos sus habitantes. Sin embargo, estos esfuerzos deben ir más allá y abrazar un cambio en el paradigma de desarrollo.
Este cambio implica no solo la adopción de tecnologías más limpias y sostenibles, sino también una reevaluación de nuestra relación con la naturaleza y de nuestros patrones de consumo y producción. Debemos trabajar por una sociedad que valore el equilibrio ecológico, que reconozca la interdependencia entre la salud del planeta y el bienestar humano, y que busque un desarrollo sostenible que beneficie a todas las comunidades, especialmente a las más vulnerables y las generaciones futuras.
La agricultura ecológica, que Chile debe promover tanto a nivel nacional como internacional, es un ejemplo claro de este cambio de paradigma. Este enfoque no solo protege los ecosistemas y la biodiversidad, sino que también apoya a las comunidades locales y promueve una alimentación saludable y sostenible.
La educación ambiental en todos los niveles de la sociedad chilena es una herramienta clave para crear conciencia y promover cambios en los patrones de consumo y estilo de vida. Una población bien informada y consciente del impacto de sus acciones es esencial para una transformación efectiva hacia la sostenibilidad. Chile, con su rica biodiversidad y su potencial en energías renovables, tiene la oportunidad de ser un líder en la implementación de prácticas ambientales responsables y en la promoción de la educación ambiental.
En conclusión, la posición de Chile frente a las declaraciones de Al Jaber en la COP28 debe ser una de firme condena y un llamado a la acción. Debemos liderar con el ejemplo, la construcción de un modelo de desarrollo más ecológico, profundizando nuestro compromiso con la reducción de los combustibles fósiles, la transición hacia energías renovables, la educación ambiental y la agricultura ecológica. Es el momento de que Chile se posiciona como un líder en la lucha contra la crisis climática, mostrando al mundo que el desarrollo ecológico es posible y necesario.