Columna de Opinión de Cristian Cartes, Candidato al Consejo Constitucional Biobío.
En Talcahuano, más o menos por el año 86 y con 10 años era de muy baja estatura. Medía un poco menos de 1.30 metros. Mis padres preocupados, a sugerencia de mi pediatra y a fin de estimular mi desarrollo, me inscribieron en basquetbol con la esperanza que diera el estirón. Era el más pequeño y aún recuerdo al entrenador, don Julio Vergara, bromeando por mi pequeño talle.
Un buen día tuvimos un partido oficial con nuestros vecinos del Liceo A-27. Era temprano, a eso de las 9:00 am. Y el destino me dio un empujón; como no llegaron todos los convocados, el entrenador me pide ir de titular. Recuerdo como si fuese ayer el enorme temor, el vértigo, los nervios, la emoción de nunca haber jugado un partido y de encontrarme jugando mi primer partido de titular.
Hoy nuevamente toca salir de titular. Al principio tuve un flashback de emociones y pensé: la cancha no es pareja, hay muchos baches, las reglas son adversas, los rivales tienen todo y quieren más. Pero no hay excusa, debemos saltar de la banca a la cancha y entregar nuestro mejor esfuerzo. Todo nuestro corazón para lograr un texto que considere y consagre anhelos de justicia, que es el fondo del asunto constitucional, deseado por todos los chilenos. Una Carta Magna que nos permita vivir mejor, más felices y que además nos represente a todos: a esa tarea estamos convocados y la tarea requiere mucha generosidad.
Miro a mis hijas, y en ellas a muchos otros hijos del mundo, y acepto el honor y el desafío de ser candidato porque la incertidumbre no es excusa para quedarnos de brazos cruzados. Confiemos, sí, porque podemos crecer con seguridad y en unidad dialogando, escuchando(nos) por un futuro. Por nuestros niños y niñas, nuestro tesoro más preciado; es por y para ellos y ellas, le debemos un mejor futuro. Un mejor Chile.