Columna de Opinión de Marta Molina, Secretaria General FREVS.

Soy mujer  y soy feminista. Creo que lo soy desde que tengo conciencia. Desde muy pequeña sentí la diferencia  y la injusticia cada vez que escuchaba frases como “tú no puedes, eres una niña” o “no llores, eso es de niñas”, siempre limitando e imponiendo debilidades que muchas veces eran inexistentes, basados en prejuicios más que en certezas.

Para entender  el feminismo hay que empezar derribando mitos que sólo generan división y odio ante una realidad donde necesitamos unión y entendimiento. El feminismo nunca ha sido ni será una guerra contra los hombres, de quién es mejor o más fuerte, sino más bien reivindicar derechos en igualdad de condiciones tanto para nosotras como para ellos.

El feminismo para mí es una lucha por ser considerada un ser humano igual en deberes y derechos, un ser humano más allá del género. El feminismo es la posibilidad de mis hijas y las de todos a no tener límites, esos que impone el miedo a vivir en un mundo donde ser mujer es una desventaja”.

Desde mi punto de vista y partiendo del significado del feminismo desde su concepción, ser mujer y no ser feminista es una contradicción casi biológica. Comprobar que muchas mujeres ni siquiera entienden el concepto. Confunden la lucha por los derechos de la mujer con quitar derechos  a  los  hombres, lo cual es una terrible equivocación. El feminismo  busca igualdad en todos los aspectos,  para hombres y mujeres, y  juntos acabar con las diferencias existentes hasta el día de hoy, que carecen de todo sentido racional.

Los movimientos feministas se han tomado la agenda noticiosa del país, y eso es muy positivo porque tenemos puesto el tema sobre la mesa y podemos hablar de lo mucho que nos falta por avanzar. Sin embargo, también podemos ver que muchas mujeres no se sienten representadas por algunos de estos movimientos, sobre todo los que utilizan formas de expresión poco convencionales. Pese a ello, debemos tener claro y entender que esto va mucho más allá de eso. No se trata de las formas de expresión en esta lucha, se trata del fondo y, ese fondo, busca equilibrar un poco la balanza en temas que no deberían serlo.

Porque no es justo que hoy en el siglo XXI el salario por desempeñar la misma labor de un hombre sea menor solo por ser mujer.

No es justo llegar a la casa luego del trabajo junto a tu pareja y seguir trabajando en las labores domésticas, solo por ser mujer.

No es justo caminar con miedo cada vez que sales a la calle, solo por ser mujer.

No es justo  seguir limitando nuestras  libertades por miedo a ser maltratadas, violadas o asesinadas.

Lo que buscamos es un cambio cultural urgente y  sabemos que no será fácil, sobretodo porque muchas  veces nosotras mismas somos nuestros propios verdugos, criticándonos y enjuiciándonos, sin comprender el valor de avanzar en algo tan básico como el respeto por nuestro género. El problema está, en que si nosotras no podemos entenderlo, mucho menos lo harán los hombres que conviven a nuestro alrededor.

Entiendo que son logros que debemos  conseguir mediante la educación. Es un cambio cultural que llevará tiempo y que debemos construir entre todos y cada uno de los actores de esta sociedad. También tengo claro que la cultura machista arraigada en las propias mujeres será uno de los obstáculos más difíciles de sortear y que eso no sucederá hasta que entendamos  que el acceso a los derechos no puede depender del género de la persona.

No quiero que nos enfoquemos en enseñarles a nuestras hijas como defenderse para no ser violadas en vez de educar a nuestros hijos para que no se convierta en violador.

Todos debemos hacer un esfuerzo para producir cambios. Yo trato de colaborar día a día desde mi trinchera, a pesar de que es una tarea dura al estar inmersa en  un mundo dominado por hombres, donde existe una escasa representación de mujeres en los cargos directivos de los partidos políticos. Existen solo cuatro secretarias generales de los 20 partidos políticos legalmente inscritos en nuestro país, o sea el 80% son hombres. Esto ocurre en todos los ámbitos de representación política, lo que hace la tarea más dura, pero no imposible; Necesitamos más mujeres llevando la voz de la mujer a los puestos de poder donde se generan los cambios, es necesario e  imprescindible para tener  una sociedad equilibrada y una sana democracia, donde nos sintamos realmente escuchadas y representadas.

Juntos debemos generar esos cambios, para que las mujeres dejemos de tener miedo. Yo seguiré mi lucha por mis hijas, tus hijas y tus hijos que también tienen derecho a vivir en un mundo sin diferencias.

Soy Mujer,  Feminista y no tengo vergüenza.